La cabra canaria, presente en el archipiélago desde hace más de 2.500 años, ha sido un pilar fundamental en la vida de los habitantes de las islas. Los antiguos guanches no solo consumían su carne, sino que también aprovechaban sus pieles para vestirse y sus huesos para fabricar herramientas y adornos. Esta conexión ancestral con la cabra canaria se mantiene viva hoy en día, siendo su carne una de las más valoradas en la gastronomía local.
Con el paso del tiempo, otras especies se han introducido en Canarias, como el cochino negro canario y la oveja de pelo o pelibuey. El cochino negro, en particular, ha encontrado un lugar especial en la cocina canaria. Su carne, apreciada por su sabor y textura, se disfruta de diversas maneras: en los tradicionales chicharrones (corteza frita envuelta en gofio), en forma de chorizo untado en pan, o cocinada al guiso, al horno o a la plancha.
Además de estas especies autóctonas, la dieta canaria incluye una variedad de otras carnes frescas y naturales, como ternera, cordero, pollo y conejo. Todas estas carnes se crían de manera respetuosa con el medio ambiente, lo que garantiza su calidad y su sabor auténtico, contribuyendo a la rica tradición culinaria de las islas.
Cada una de estas carnes aporta su propio carácter a la mesa canaria, desde los intensos sabores de la carne de cabra y cochino negro, hasta las preparaciones más suaves y versátiles de ternera, cordero, pollo y conejo. Ya sea en guisos, asados o frituras, las carnes de Canarias son un reflejo de la diversidad y riqueza cultural del archipiélago, formando parte esencial de su identidad gastronómica.