La abeja negra canaria, que se cree llegó al archipiélago hace unos 200.000 años desde África, se ha adaptado perfectamente a los ecosistemas locales, convirtiéndose en una especie endémica que produce una miel única en el mundo. Esta miel es un tesoro de la naturaleza canaria, con una diversidad que refleja la rica flora de las islas.
En las Islas Canarias, la producción de miel es una tradición ancestral que ha perdurado a lo largo de los siglos. Una de las mieles más destacadas del archipiélago es la Miel de Tenerife, que cuenta con la Denominación de Origen Protegida (D.O.P.), un reconocimiento que garantiza la calidad y autenticidad de este preciado producto. La Miel de Tenerife se elabora en función de las flores que liban las abejas, ofreciendo una amplia variedad. Existen mieles monoflorales, producidas a partir de plantas características de la región, como el tajinaste, el mango, el aguacate o la retama del Teide. También se elaboran mieles multiflorales, que son el resultado de la combinación de distintas floraciones, capturando la diversidad botánica de la isla en cada frasco.
Probar la miel de Canarias es adentrarse en una experiencia sensorial inigualable, donde cada variedad sorprende por sus matices de sabor, producto del entorno único en el que se cultivan las plantas de las que las abejas obtienen su néctar.