La repostería canaria es un reflejo de la herencia cultural y la diversidad de influencias que han marcado la historia del archipiélago. Con ingredientes autóctonos y técnicas transmitidas de generación en generación, los dulces canarios son auténticos tesoros culinarios que deleitan los paladares de locales y visitantes por igual. Almendra, canela, queso, limón e incluso batata son algunos de los ingredientes clave que se utilizan para preparar la repostería canaria.
Cada una de las islas aporta su propio toque a esta tradición repostera, creando una variedad de postres que son apreciados tanto dentro como fuera de Canarias. Entre los dulces más emblemáticos se encuentran las truchas, especialmente populares durante la Navidad; el bienmesabe con su mezcla de almendra y miel; la quesadilla herreña, un pastel de queso con anís y limón; el frangollo, elaborado con harina de maíz y almendras; las galletas gomeras, crujientes y con un toque de limón; los suspiros de merengue de Gran Canaria; la rapadura palmera, hecha con miel de caña y gofio; los rosquetes de vino, los almendrados, la rodilha de boniato, los kekes o bizcochones, según la isla, o la pella de gofio con miel, entre otros.
La repostería isleña también ha evolucionado, incorporando nuevos sabores y técnicas que reflejan la creatividad de los pasteleros modernos. Entre las nuevas creaciones destacan los chocolates artesanales elaborados con ingredientes locales como la miel, la sal marina o el tuno indio, que aportan un sabor único y distintivo. Además, se han adoptado recetas dulces mundialmente conocidas, como el panettone, aportándole un toque canario con materias primas locales, así como opciones sin gluten elaboradas a partir de harina de plátano.